
Ayer estuve en el pleno del Ayuntamiento de Vic como un oyente mas en la sala contigua al salon de plenos habilitada para la ocasión. Decenas de medios de comunicación han cubierto un pleno en el que nada sobre la nueva norma de empadronamiento se ha votado, aunque si todos los partidos se han definido al respecto.
Josep Anglada puede estar contento. Sus compañeros de sillon en el consistorio de Vic, exceptuando los dos regidores de la CUP y el regidor de Iniciativa per Catalunya, (que no Plataforma), le han puesto una alfombra roja con destino al Parlament asumiendo las tesis que como bien decía hoy en el pleno el propio Anglada, criticando la nueva norma de empadronamiento destinada a inmigrantes por “insuficiente”, ha venido defendiendo desde su origen su partido.
Escuchar a Joan Lopez, regidor de ERC en el ayuntamiento y miembro del equipo de gobierno, ha sido triste por lo contradictorio de los valores que defiende su partido. Definir a Esquerra como un partido de izquierdas del nuevo milenio o de la nueva era, ha sido como poco dantesco y un recurso fácil para justificar lo injustificable ante la posición que el tripartito ha venido manteniendo desde que se supo de esta nueva norma. La izquierda del siglo XXI desde luego nada tiene que ver con lo que defiende ERC en Vic, a mi parecer es integradora, solidaria y hace de la defensa de los derechos humanos su band
La posición del PSC, defendiendo el orden y la necesidad de una convivencia que ya de hecho existe sin mas problemas que los que los propios nativos podamos generar, ha sido mas gustosa de oir, sobre todo por ver como el portavoz se atragantaba ante su propio discurso de lo que se podia dilucidar una incredulidad absoluta ante lo que estaba leyendo en un papel que perfectamente podría haber escrito el hermano menor de Le Pen.
El Sr. Alcalde nos ha dado una lección de civismo vendiendonos a los ciudadanos una idea avalada por una perspectiva de “necesidad manifiesta” de poner orden y hacer ciudad al estilo de como la reclama una parte de la sociedad. La puntilla de su discurso podríamos decir que ha sido un comentario, entendamoslo como un reflejo espontaneo e involuntario pero que ilumina el origen de dicha norma: -“al final no nos va a votar nadie si no hacemos nada”-.
Desde luego las posiciones defendidas ayer, en un pleno mas digno de un ayuntamiento de un país como la Sudáfrica del Apartheid o del Estado de Israel de hoy en día, reflejan un giro en las políticas de los partidos convencionales con los que los ciudadanos habiamos aprendido a identificarnos de alguna manera, hacia derivas totalitarias nada aconsajables para sociedad alguna.
Ultimamente hemos podido ver en los medios de comunicación, casi en directo, como inmigrantes en Italia han sido disparados por organizaciones mafiosas representadas por empresarios, hemos podido contemplar el surgimiento de partidos de extrema derecha con carácter nacionalista que han organizado sus propias milicas como es el caso de la Guardia Húngara, que sirve a los intereses del partido fascista Jobbik, o sin ir mas lejos, la censura de la libertad de credo que supuso el último referendum en Suiza donde se prohibió la construccion de minaretes.
Este último episodio vivido en Vic tenemos que leerlo dentro de un contexto que puede ser interpretado de diferentes maneras. Ciertamente, Vic posee una composición social compleja en donde una cuarta parte de sus habitantes son de otros origenes, entre los que yo mismo me incluyo. Esta composición en ningún caso ha generado mas problemas que los que cualquier incremento de población puede conllevar, pero lo que si parece es que ha puesto en evidencia la falta de servicios, infraestructuras y atenciones especiales que la inmigración o el aumento de población pueden demandar. Ésta composición también ha generado riqueza en una región que subsiste del campo, de la ganadería y de las industrias carnicas siendo estos “estrangeros” mano de obra barata y fácil para empresarios. De esto no se habló en el pleno de ayer en Vic.
El debate de la inmigracion ya de por si es insano. Condiciona de todo derecho humano a personas por su origen, las señala, las criminaliza. Ser inmigrante es duro en cualquiera de sus situaciones; con o sin papeles, y ahora en Vic, ser inmigrante denotará ser un sospechoso permanente.
La preocupación de los partidos de gobierno de la ciudad de Vic a partir de ahora debería de ser si sus fieles van a votar a Plataforma per Catalunya en vez de a los sucedaneos que han surgido en representación de CIU, ERC y PSC. En cualquier caso, lo que si creo que se merecen estos partidos por el hecho de haberse acercado a tesis xenofobas y racistas, es el perder la representación municipal que sus votantes les otorgaron.
Se puede construir ciudad y aprovecharse de la riqueza cultural que “87 diferentes nacionalidades representan”, se puede convivir como hasta ahora se hacía en la ciudad de Vic, mejorando lo que se tiene y no buscando empeorar la situación de las capas mas debiles de la sociedad, se puede integrar desde la cultura, el trabajo o el ocio y en cualquier caso; todos tenemos el derecho a no querer formar parte de una sociedad que nos señala, juzga y limita nuestros derechos. Yo quiero vivir en ciudades donde “los gestores” sepan ver oportunidades allá donde existe diversidad y sobre todo, que sepan gestionarla sin herir a nadie y al lado de la gente.
Fenómenos como Anglada o Plataforma per Catalunya solo se sustentan con partidos que hacen de sus teorias argumentos, y señores, haciendo de la inmigración debate, ustedes se han puesto a la altura de aquellos sobre los que en privado blasfeman.
Me niego a creer que los ciudadanos de una ciudad con la historia que tiene Vic apoyen que se haga de la inmigración debate público. Si así fuera, ya no estarían gobernando ustedes. Reflexionen y vuelvan al sentido común de una sociedad plural como es la que representa Vic.
Manuel Tapial
Activista por los derechos humanos y presidente de la Associació Cultura, Pau i Solidaritat de Catalunya